Vivimos en un mundo donde el poder real no reside en las urnas, sino en manos de una Ć©lite invisible y no elegida. Los procesos electorales, a menudo presentados como pilares de la democracia, se han convertido en meros espectĆ”culos diseƱados para mantener la ilusiĆ³n de participaciĆ³n y poder ciudadano, evitando asĆ cualquier tipo de levantamiento masivo que podrĆa desafiar el statu quo. Estas elecciones actĆŗan como un sedante, sofocando el verdadero potencial del pueblo para generar cambios significativos. Estamos conscientes de nuestra manipulaciĆ³n, de cĆ³mo hemos sido adormecidos y atemorizados hasta el punto en que incluso un levantamiento popular podrĆa ser controlado y financiado por aquellos que realmente mandan. Derrotar a un polĆtico no es una victoria real; ya hemos visto cĆ³mo, tras varias "derrotas", los sistemas de poder permanecen intactos, regenerĆ”ndose como la cola de una lagartija. La verdadera seƱal de una lucha con esperanza de Ć©xito serĆa ver a grupos organ...
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